(entrevista realizada en noviembre del 2010 para un reportaje -junto con Tasnim Aslam y Ana González- de la asignatura Taller y Redacción de Prensa)
ENTREVISTA A JOAN DAMIÀ, DIRECTOR DE LOS ENCANTES
Joan Damià ante el mercado que dirige / Foto: Ana González
Joan Damià es desde hace seis años director de los Encantes, a donde llegó para encargarse de su remodelación. Durante los últimos 25 años ha sido también director de otros importantes mercados de Barcelona, como son la Boquería, Sant Antoni, Sagrada Familia y Felip II. Dentro de año y medio se jubilará.
¿Cuánta importancia da el Ayuntamiento a los Encantes?
Hasta ahora, casi nunca el Ayuntamiento le había otorgado consideración de mercado. Actualmente sí, porque es el que más dinero recauda de la ciudad. Lo cierto es que su actividad económica es tres veces superior a la de la Boquería. A parte de esto, el Mercado Feria de Bellcaire es -como hay en todas las ciudades del mundo- para reciclar, y responde sobre todo a las expectativas de la gente de clase humilde. Es un mercado económicamente muy rentable pero además da un servicio social muy importante.
¿Ha cambiado en los últimos años el producto que se vende?
Va cambiando, pero se mantiene el volumen de oferta y de demanda. Ahora entra mucha cantidad de producto eléctrico y electrónico. Esto comporta nuevos problemas, porque no es seguro que el producto funcione. Por eso pusimos hace poco unos enchufes para que la gente pudiera comprobarlo. Si una cosa vale 3.000 y te la dan por 200, ya sabes lo que hay.
¿Y ha evolucionado el tipo de comprador?
Hace una década venía gente con poder adquisitivo de clase media-alta. Buscaban sobre todo coleccionismo, antigüedades y cosas así. Y también había un público de mercadillo. Pero desde hace 6 o 7 años esta clase alta ha dejado de venir y lo que viene mucho es inmigración. Si vienes el sábado, esto es un mercado variopinto con todos los idiomas, religiones y culturas.
¿Hay problemas de seguridad en el mercado?
Esto está controladísimo con policía, vigilantes... Te puedo decir que hay menos problemas que en El Corte Inglés. Es que tiene un aspecto pero es otro. Si hablásemos de 30 o 40 años atrás, mucha gente que venía aquí era muy marginal, sobre todo en la subasta. Pero autorizamos el traspaso hace diez años -antes no se podía- y esa parte se fue yendo. Si una persona invierte un millón de pesetas en el traspaso, tiene que hacer un negocio rentable. El mercado ahora es muy profesional. Lo que pasa es que los vendedores -que los tenemos todos controlados con una ficha- tienen este sistema de venta.
¿Cómo está la situación con los manteros de fuera del mercado?
Cuesta mucho, pero se van sacando. Antes se ponían a las puertas y parecía que eran del mismo mercado. Daban muy mala impresión, porque era gente marginal y había peleas. Comenzamos a presionar y cada vez se fueron alejando más. Poco a poco, sin exagerar, porque hay maneras y maneras. Ahora no se ponen. Y si lo hacen, en seguida viene la Guardia Urbana y hace una requisa.
¿Están contentos los vendedores con el traslado?
Hay de todo. Ellos, mayoritariamente, habrían preferido continuar aquí, porque no tendrían que pagar por el traslado. Aquí ya saben que va bien y pasar allí es una incógnita... Si a ti te va bien una cosa, los cambios siempre son malos. De hecho, hay gente que ha amortizado la parada: el Ayuntamiento les paga y ellos dejarán la parada cuando se produzca el traslado definitivo. La remodelación costó mucho, mucho; con manifestaciones, reuniones... Pero al final parece que todas las piezas han encajado.